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Muchas eran las ganas de ir al Restaurante Sinfonía. Llevaba meses intentando hacer un hueco en la agenda para poder visitarlo, ver el local y degustar su comida. Y por fín llegó el día. Lo cierto es que está ubicado en una calle lejana y no hay un cartel por fuera que te indique dónde está, menos mal que iba con una guía estupenda y con ella íbamos a tiro hecho.
El restaurante tiene dos zonas, entramos por una puerta que daba a una zona más informal pero comimos en la parte más elegante. Con unos colores naranjas, muy agradables.
He de decir que la comida fue estupenda, jugosa y deliciosa pero no nos gustó el trato. Para empezar la carta no era muy explícita y cuando al camarero le pedimos que nos lo explicara a poco más y se echa a reír ¿¿?? Finalmente nos enteramos de cómo iba el menú y pedimos. Estuvimos casi 2 horas para comer y eso que solo había tres mesas, el resto estaba vacío.
La presentación del plato era preciosa.
Ensalada de conejo relleno de membrillo y queso de cabra con tofu de chalota.
Sabéis que adoro las ensaladas y esta era perfecta. Con una combinación de carne y ese dulce-salado; resultó increíble.
Ensalada de queso caliente y piñones.
Secreto ibérico con berenjena.
En su punto, más bien poco hecho, como a mí me gusta.
Y los esperados postres. Así como toda la comida estaba riquísima, los postres nos decepcionaron y bastante. Para empezar no tenían ninguno de los de la carta y mira que quería probar la Mousse de gofio, praliné de avellana, manises y chocolate al 70%. Todo un chasco.
Coulant de chocolate.
Desde mi punto de vista, la comida espectacular (salvo los postres) pero no me gusto ni la atención, ni el trato que recibimos.
En el menú entraba la bebida y el camarero nos trajo una botella de vino tinto fría (de nevera, tal cual), eso sí, un Ribera del Duero. La cual nos dejó en la mesa por si queríamos servirnos más (detalle ¿no?). Esto tenía truco, y qué truco, que nos la coló pero bien. A la hora de pagar nos cobraron la botella (si, si la botella de nevera y empezada) y el servicio de cubierto ¡Qué! ¿Cómo te quedas? Como nosotras con la boca abierta y con ganas de no volver. Esta es mi experiencia y creo que no repetiré.