Tras unas pequeñas vacaciones (ya se acabaron, snif…) con boda incluida (como bien os comentaba aquí), vuelvo a la rutina y a la cocina. No obstante tengo varias cosas que contaros de las mismas, las cuales las pasé en Palencia (mi tierra natal). Buen tiempo, lluvia, encuentros blogueros… pero vamos a ir poco a poco.
La receta de hoy es especial por dos cosas, una porque es de Zero-Gluten (ya sabéis mi debilidad por el blog de Maria Luisa y por su cocina, a la cual sigo echando de menos…) y dos porque es una de las recetas preferidas de Bertha (mi ya cuñada) y sino mirad aquí.
Es sencillísima de preparar y todo un manjar en la mesa, yo la preparo semana si y semana también.
Ingredientes:
– 2 pechugas de pollo o 300 grms de solomillos de pollo.
Para la costra:
– 60 grms de mayonesa.
– 30 grms de parmesano rallado en polvo.
– Una pizca de cayena molida al gusto o una pizca de chile picante.
– 1/2 cucharadita de especias italianas, hierbas provenzales.
– 6 hojas de albahaca fresca picada.
– 3 tomates secos en aceite de oliva.
Para el gratinado:
– 7 grms de pan rallado.
– 10 grms de parmesano rallado en polvo.
– Orégano al gusto.
– Sal.
Preparación:
Comenzamos poniendo en una bandeja de horno las pechugas de pollo o solomillos, previamente limpias y sin piel.
Para la costra, haremos una mezcla con la mayonesa, el parmesano, los tomates secos picaditos, la cayena (o chile), la albahaca fresca y las especias. Con la mezcla obtenida untamos las pechugas por encima.
Para el gratinado mezclamos el pan rallado, el queso en polvo, el orégano y la sal. Espolvorearemos con esto las pechugas y nos las llevamos al horno a 220º unos 20 minutos.
Los aromas que va despidiendo el horneado del pollo son indescriptibles, pero no os quiero ni contar el sabor… ¡Exquisito!
Y ahora os cuento como fue ese 5 de Junio. Amanecimos temprano, por eso de la peluquería y del maquillaje (tras el tedioso viaje el día anterior), pero no importaba el sueño; pensando en el maravilloso día que íbamos a pasar. Tras los retoques llegamos a casa y nos vestimos. Novio (mi hermano mellizo) ya engalanado y guapísimo, nada nervioso. Llegada a la iglesia y espera de la novia. Entrada triunfal de la novia, impresionantemente guapa, sencillamente hermosa. Misa. Fotos varias. Restaurante y baile.
Un día inolvidable donde pudimos disfrutar de un sol centelleante, de toda la familia reunida y de unos novios felices, enamorados y radiantes.
El restaurante de la celebración me impresionó y mucho. Se trata del Mirador del Golf en Grijota (pueblo de Palencia) a escasos 3 km de la capital. Decoración de diseño con muy buen gusto, todo impecable y una comida excelente.
Miles de detalles inundaron ese día, los cuales prepararon los novios con delicadeza, elegancia y mucho cariño. Como esas galletitas de la suerte que nos esperaban en todos y cada uno de los platos de los comensales (casualmente a mi marido y a mi nos tocó el mismo mensaje “Tropezando se aprenda a caminar”), mesa dedicada solo a niños con muchísimos regalos, los detalles “tan dulces” para las mujeres, esa tirada de ramo para las solteras, esa canción del primer baile de los novios, ese ramo de jabones que recibimos las hermanas de los novios tan lindo. En fin un día precioso a lado de gente maravillosa.
Os deseo lo mejor J&B.