Fue la primera receta que vi nada más abrir el libro de Sandra “Las recetas de la felicidad“. Me llamó tantísimo la atención el color, lo rápida que era de elaborar y la textura que hasta que no la preparé en casa no paré.
Confieso abiertamente que hice el doble de cantidad, en casa somos muy golosos, y además no me equivoqué en absoluto ya que los vasitos volaron. Se te queda un regustillo al final de cada cucharada que es imposible parar de comer. En plena Semana Santa os propongo este dulce de lo más facilón y rico.
Tengo que probar a elaborarla con más sabores de gelatina porque nos ha encantado su textura y sabor. Yo no le añadí colorante pero es una opción si quieres dar más viveza al color del dulce. ¿Te animas a preparar esta delicia en la que tan solo vas a emplear unos 20 minutos? La nevera hará el resto del trabajo.
Ingredientes:
– 200 ml de agua.
– 1 sobre de gelatina de fresa (85gms).
– 350 ml de nata de montar.
– 4 cucharadas de azúcar (50 grms).
Preparación:
Primeramente pondremos a hervir el agua en una cazuela. Cuando hierva añadiremos la gelatina y removeremos hasta que se disuelva por completo. Dejaremos enfriar un poco (yo lo tuve 1 hora a temperatura ambiente) hasta que empiece a coger un poco de cuerpo y vaya perdiendo el calor. Montaremos la nata junto con el azúcar. Batiremos la gelatina hasta que esté espumosa (este paso me lo salté… ups) y añadiremos la nata montada a la gelatina, mezclándolo con cuidado para evitar que la nata se nos baje, para ello nos ayudaremos de una espátula o una lengua. Repartiremos la mezcla en los vasitos de presentación y dejaremos enfriar en la nevera mínimo una hora.