He reversionado la receta de mi abuela de Orejuelas que publiqué ya hace unos cuantos años. Esta vez le he añadido chocolate a la taza y el resultado me ha gustado mucho.
Me recuerdan muchísimo a mi infancia y cuando las hacía con mi madre. Luego nos poníamos morados en casa comiéndolas. Un dulce, no muy dulce, cargado de historias y recuerdos.
La cantidad de harina es orientativa, ve añadiéndole según te vaya pidiendo la masa hasta que no se pegue en las manos.
Esta vez le he añadido un ingrediente nuevo. Me apetecía mucho meterle chocolate a la masa y me he lanzado de cabeza añadiéndole el chocolate a la taza de Clavileño. No se nota mucho su sabor pero le aporta dulzor y color.
Ingredientes:
– 35 g de aceite de girasol.
– Piel de 1/2 limón.
– 1/4 cucharadita de bicarbonato sódico El Tigre.
– 2 huevos.
– 15 g de anís Chinchón.
– 20 g de chocolate a la taza de Clavileño.
– 225 g de harina o la que admita.
– Una pizca de sal.
Preparación:
En el aceite freír la piel de limón hasta que coja color. Dejar enfriar y retirar la piel del limón. Mezclar los huevos con el bicarbonato, el anís y el aceite ya frío. Añadir el chocolate a la taza, la harina y la sal y amasar hasta conseguir una masa lisa, no pegajosa y sin grumos. Estirar porciones de manera que nos quede una lámina muy fina de la masa. Freír en aceite a fuego medio, dándole la vuelta con ayuda de una brocheta. Una vez fuera espolvorear azúcar.