De nuevo vengo con el reto de la galleta del mes con una nueva, original, riquísima y chocolateada; suena bien ¿verdad? Además tiene esta textura abizcochada que tantísimo me gusta y que las hace todavía más especiales y deliciosas.
Tras probar las bizcogalletas de fresa, de pera y de plátano ya tocaba el turno de las de chocolate. Indescriptible su sabor, jugosidad y esponjosidad. Tenéis que hacerlas para saber de lo que os estoy hablando.
La receta la descubrí en el blog de Kako y me encantó nada más verla. A mi no me han quedado con la misma textura que ha ella supongo que será porque he utilizado diferente harina y porque he modificado un poco la forma de elaborarlas.
Lo que sí os puedo decir es que en casa no han durado ni un día, por favor… que cosa más rica. Tienen un sabor intenso a chocolate y el punto de sal resulta delicioso porque le da más sabor al chocolate y por ese aporte crujiente. No puedo deciros cuanto duran en una caja de lata hermética porque nunca les damos más de dos días a estos bocados dulces.
Hoy es mi santo así que me doy este pequeño homenaje pese a que llevo unos días de comilonas con la familia tremendos.
Ingredientes:
– 225 grms de chocolate fondant (mínimo 60%).
– 1 cucharada de aceite de girasol (unos 15 grms).
– 1 cucharada de azúcar de caña o melaza (unos 20 grms).
– 1 cucharada de azúcar moreno (unos 15 grms).
– 1 cucharadita de extracto de vainilla.
– 75 grms de harina.
– 1/2 cucharadita de levadura química (unos 5 grms).
– 1/4 cucharadita de sal gruesa.
– Aceite de girasol para bolear las galletas.
– 2 huevos.
Preparación:
Derretiremos el chocolate junto con el aceite lentamente hasta que esté cremoso, yo lo hago en el microondas en tiempos de 20 segundos y removiendo cada vez; también lo puedes hacer al baño maría. Lo dejaremos entibiar y mientras tamizaremos la harina con la levadura. En otro cuenco batiremos los huevos junto con el azúcar y el extracto de vainilla, agregaremos el chocolate y batiremos. Agregaremos los ingredientes secos y mezclaremos suavemente todo hasta obtener una masa homogénea, muy blanda y líquida. Taparemos con film transparente y dejaremos en la nevera como mínimo 30 minutos (yo lo dejé toda la noche), este último paso es muy importante para obtener una consistencia más espesa de la masa. Precalentaremos el horno a 160º, con calor arriba y abajo, y prepararemos una bandeja con papel sulfurizado o de horno (el silplat aquí no funcionará bien). Nos untaremos las manos con aceite de girasol y cogeremos porciones iguales de masa usando una cuchara sopera formando bolas del tamaño de una pelota de pin pong (nos embadurnaremos las manos con aceite varias veces para evitar que la masa se nos pegue a las mismas). Las colocaremos sobre la bandeja del horno dejando una separación de un par de centímetros entre ellas. Espolvorearemos un poco de la sal gruesa con la galleta, gracias a que están un poco húmedas por el aceite la sal se quedará pegada. Hornearemos durante unos 10 minutos, no más ya que sino quedarán duras y queremos que queden con una textura a bizcocho. Esperaremos un par de minutos fuera del horno antes de dejarlas enfriar totalmente sobre una rejilla.