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La decoración es muy peculiar, mezclando estilos tan distintos como flores con rayas. Creando un ambiente poco habitual pero no recargado, toda una dulcura para la vista.
Otro de los restaurantes a los que ansiaba acudir y por fin he tenido la gran suerte de poder hacerlo. Es verano, las vacaciones atraen a la familia a disfrutar de las maravillas de la isla. En este caso Begoña y yo hemos podido compartir mesa y un buen rato con su prima Corine (espero que disfrutaras del sitio y de la compañia tanto como yo).
Antes de entrar en el restaurante hicimos un poco de turismo y es que muy cerca del mismo se encuentra una zona, hasta entonces para mí desconocida, llamada “Los lavaderos”. La isla recoge rincones tan preciosos y tan poco turísticos que con el paso del tiempo me van sorprendiendo muy gratamente. Es un lugar con encanto y, pese al sofocante calor, no nos cansamos de bajar y subir escaleras. Quedamos sorprendidas ante tan majestuoso sitio donde solo nos cruzamos con cuatro personas (lo teníamos enterito para nosotras).
Impresionantes las vistas al final del camino. Lástima de calima que entorpecía poder apreciar el Teide.
Y tras la pequeña caminata el merecido premio de la comida en el “Jalea de Menta“.
Es acogedor desde que entras por su puerta hasta el último rincón. Parece que te mueves tan libre y agusto como en casa. Es un lugar donde se respira frescura y con unas vistas espectaculares.
Todas y cada una de las mesas parecen únicas. Da la sensación de estar tú solo en un espacio dedicado única y exclusivamente para tí.
La decoración es muy peculiar, mezclando estilos tan distintos como flores con rayas. Creando un ambiente poco habitual pero no recargado, toda una dulcura para la vista.
Nos deleitaron con un entrante de mantequilla de mostaza y queso con mermelada de pimientos.
Tras el pequeño entrante nos decidimos por las verduras asadas con queso de rulo y vinagreta con miel de palma (toda una delicia).
Tras las verduras nos decantamos por una tosta de foie con cebolla caramelizada a la reducción de Oporto y jamon ibérico (todo un placer concentrado en miniatura).
Una elección excelente fueron los huevos estallados con boletus edilus, jamón ibérico y aceite de trufa.
Y los postres ¿qué decir de estos? no sabíamos cúal elegir, todos nos llamaban la atención, pero como teníamos que hacerlo estas fueron nuestras opciones:
Tarta de canela (sablée de canela cubierta de crema de leche merengada).
Tarta de gofio (bizcocho compacto con un 25% de gofio, azúcar moreno de caña bañado con crema de gofio de trigo).